<head> humanoids: Huida

lunes, octubre 18, 2004

Huida



En ocasiones la vida resultaba demasiado sencilla, tanto, que decidi irme. O quizá huir...El caso es que un buen dia, antes de que el sol desparramase su amarillenta agua por la tierra en que habitaba, recogí en un pequeño macuto algo de ropa (a sabiendas de que tarde o temprano me arrepentiría de este peso) y dos objetos. Uno, un libro. Tu libro. Mi libro, tantas veces abierto en las noches de nostalgia y en las lúgubres mañanas de mi absurda existencia en aquella ciudad, tan plagada de ti, que, acercándose más a un ave herida y sucia que a un libro, se abría sumiso entre mis delgados y fríos dedos.
El otro objeto...tenía el privilegio de salir de mi exhogar gracias a una carga sentimental difícil de dejar atrás.
Subida en el caballo que me acercaba a un nuevo universo, veía pasar por el cristal, como en una película en la que actuase como espectadora, cada metro, cada centrímetro que dejaba atrás y en el que nunca pondría un pie. Ni la vista.
A veces, en momentos como aquel, de repente era consciente de la presencia de aquellas otras personas con las que compartía mi huída. ¿Qué sería para ellos ese viaje? ¿Quizá una rutina? A lo mejor continuaban una huída, como la mía pero empezada tiempo atrás. O puede que más bien se tratase de una búsqueda. La gente hacía eso: miraba hacia delante, hacia el futuro, intentando encontrar algo, cada persona una cosa. Sin embargo, yo, mirando hacia atrás, lo único que podía conseguir era chocarme inesperadamente contra algo, y en esos casos nunca se sabe cuando ese algo es definitivo...
Me temo que fue debido a esta manía mía, la de ir siempre con la cabeza girada, lo que provocó que de un momento a otro, todo el mundo que yo creía conocer, siempre definido como una nube gris, tan bella que no podías mirarla sin llorar, imitándola, una nube que ocultaba todo rastro de alegría, permitiendo, no obstante, agradecer con esta la pena que te crecía en las entrañas, se esfumase de repente, con mi muerte momentánea. Morí una noche, renací junto a un amanecer como el de el día en que huí, ayer, tan cerca y a la vez tan lejano, convertido ya no en un amanecer más, sino en mi primer amanecer. Y sabía que moriría de nuevo, al llegar el ocaso...pero durante miles de días podría volver a resucitar...